José María Gonard |
* No me grites. Te respeto menos cuando lo haces, y me enseñas a gritar a mí también, y yo no quiero hacerlo.
* No des siempre órdenes. Si en vez de órdenes, a veces me pidieras las cosas, yo lo haría más rápido y con más gusto.
* Cumple las promesas, buenas o malas. Si me prometes un premio dámelo; pero también si es castigo.
* No me compares con nadie, especialmente con mi hermano o hermana. Si tú me haces lucir mejor que los demás, alguien va a sufrir; y sí me haces lucir peor que los demás, seré yo quien sufra.
* No cambies de opinión tan a menudo sobre lo que debo hacer; decídete y mantén esa decisión.
* Déjame valerme por mí mismo. Si tu haces todo por mí, yo nunca podré aprender.
* No digas mentiras delante de mí ni me pidas que las diga por ti, aunque sea para sacarte de un apuro. Me haces sentir mal y perder la fe en lo que me dices.
* Cuando yo hago algo malo no me exijas que te diga por qué lo hice. A veces ni yo mismo lo sé.
* Cuando estés equivocado en algo admítelo y crecerá la opinión que yo tengo de ti. Y me enseñarás a admitir mis equivocaciones también.
* Trátame con la misma amabilidad y cordialidad con que tratas a tus amigos; ya que porque seamos familia eso no quiere decir que no podamos ser amigos también.
* No me digas que haga una cosa y tú no la haces. Yo aprenderé y haré siempre lo que tú hagas, aunque no lo digas; pero nunca haré lo que tú digas y no hagas.
* Cuando te cuente un problema mío no me digas "No tengo tiempo para tonterías" o "eso no tiene importancia".
* Trata de comprenderme y ayudarme.
* Y quiéreme y dímelo. A mí me gusta oírtelo decir, aunque tú no lo creas necesario decírmelo.
* Abrázame, necesito sentirte mi amigo, mi compañero a toda hora.
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