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Frases De Mario Benedetti

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Pasan misiles ahítos de barbarie globalizados.
Qué buen insomnio si me desvelo sobre tu cuerpo.
La mariposa recordará por siempre que fue gusano.
Si el corazón se aburre de querer para qué sirve.
En ciertos oasis el desierto es sólo un espejismo.
Cómo disfrutan en un bando y en otro los asesinos.
Qué linda época aquella en que decíamos revolución.
Cada suicida sabe dónde le aprieta la incertidumbre.
Hay pocas cosas tan ensordecedoras como el silencio.
Quién lo diría, los débiles de veras nunca se rinden.
Se despidieron y en el adiós ya estaba la bienvenida.
En la razón sólo entraran las dudas que tengan llave.
Los sentimientos son inocentes como las armas blancas.
No hay alegría más alegre que el prólogo de la alegría.
No sé tu nombre, sólo sé la mirada con que me lo dices.
Me jode confesarlo, pero la vida es también un bandoneón.
Patrias de nailon, no me gustan los himnos ni las banderas.
Después de todo la muerte es sólo un síntoma de que hubo vida.
¿Cuál es el secreto para un largo amor? El diálogo entre las diferencias.
Yo no sé si dios existe, pero si existe, sé que no le va a molestar mi duda.
Cinco minutos bastan para soñar toda una vida, así de relativo es el tiempo.
Con respeto y paciencia mutua, solidaridad y afecto, la pareja es una garantía.
Creo en un dios personal, que es la conciencia: a ella es a la que le debemos rendir cuentas cada día.
Lo mejor que me pudo haber pasado en la vida es que lo que escribo le haya tocado el corazón a esa gente, a ese pueblo, a ese hombre de a pie.
En ese oficio hay de todo, pero un buen crítico (o sea justo, objetivo) puede ser una estimulante influencia en los escritores y en el público.
No es muy inteligente ni sensible y gozará despreocupadamente de la vida; vivirá sin enterarse de su insignificancia, y ésta es una variante, acaso la única posible, de la felicidad.
Un sociólogo norteamericano dijo hace más de treinta años que la propaganda era una formidable vendedora de sueños, pero resulta que yo no quiero que me vendan sueños ajenos, si no sencillamente que se cumplan los míos.
No recuerdo ninguna revolución que se haya ganado con un soneto, por ejemplo. A los dirigentes políticos les gusta mucho adornarse con el arte, sacarse una foto del brazo de un pintor o terminar un discurso con un poema, pero no es que crean en una cosa ni en la otra.
Siempre digo que soy un poeta que además escribe cuentos y novelas. También me siento cómodo con el cuento, aunque me da mucho más trabajo. Un poema lo puedo escribir en un avión, durante un fin de semana o mientras espero al destino, en cambio un cuento me puede llevar años.
A veces me cuentan que los muchachos copian poemas míos y se los mandan a las novias como si fueran de ellos, y después cuando se casan les cuentan la verdad. Puede que suene cursi, no sé, alguna gente dirá...Pero a mí no me molesta, al contrario. El amor me parece lo mejor de las relaciones humanas
No te rindas, por favor no cedas, aunque el frío queme, aunque el miedo muerda, aunque el sol se esconda, y se calle el viento, aún hay fuego en tu alma, aún hay vida en tus sueños. Porque la vida es tuya y tuyo también el deseo, porque cada día es un comienzo nuevo, porque esta es la hora y el mejor momento.
Los años le regalen a uno más lucidez, porque las cosas empiezan a verse no sólo con los ojos del presente sino también con los del pasado, y entonces uno puede tener una visión más aproximada del futuro. Pero también, cuando uno se hace más viejo, el cuerpo se va deteriorando y la energía cambia, aunque el cuerpo es la meseta donde se apoyan las cosas del espíritu, ¿No?
Uno escribe para esclarecer la mente de un individuo, del ciudadano de a pie. Además, es una cuestión de conciencia. Si yo estoy en contra de la globalización de la economía, de la corrupción y de la hipocresía, lo digo y lo escribo. Justamente las causas en las que creo y que son derrotadas son las que me impulsan, porque gracias a que las defiendo puedo dormir tranquilo.
Como decía José Martí, la patria es la humanidad. En todos los países, en los que uno ha estado y en los que no ha estado, hay gente que por lo que piensa, por sus actitudes, por lo que hace, por lo que siente, por su solidaridad, son como compatriotas de uno. La patria de cada uno está formada de esa gente. Porque en el propio país ha habido también torturadores, corruptos, y esos no son compatriotas míos.
El espejo no miente; ahí uno va viendo las nuevas arrugas, las bolsas de los ojos...Y sin embargo, a veces, a pesar de los años que se tengan, el espíritu de un cuento o de un poema puede seguir siendo joven. Un poema que tiene alegría, que tiene una cosa vital, lo rejuvenece a uno. Lo mismo sucede muchas veces al escribir una historia de amor, aunque sea inventada: uno vuelve a sentir otra vez una cantidad de sentimientos que creía olvidados.
(...) La pasé muy mal, me amenazaron de muerte, me separaron de mi ciudad, de mi mujer, y sólo por algún azar me fui salvando, pero no por hacer concesiones. Yo hubiera preferido no tener que recurrir al exilio, y sin embargo, en cierta forma el exilio me ayudó. Por un lado, empezaron a interesarse por mis libros, me hizo ser más conocido y eso hasta me permitió un alivio económico. Además, he aprendido mucho de la gente que fui conociendo en los diferentes países donde tuve que vivir. No de los gobiernos, porque de ellos no se aprende nunca nada, pero de la gente sí. Es como un fenómeno de ósmosis: uno le da a ese pueblo que lo recibe lo mejor que tiene y ese pueblo le devuelve cosas a uno.
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