La experiencia y la filosofía que no conducen a la indulgencia y a la caridad, son dos adquisiciones que no valen lo que cuestan.
Si dais la impresión de necesitar cualquier cosa no os darán nada; para hacer fortuna es preciso aparentar ser rico.
Hay mujeres que quieren tanto a sus maridos que, para no usarlos, toman el de sus amigas.
El matrimonio es una cadena tan pesada que para llevarla hace falta ser dos, y a menudo tres.
El amor es física, el matrimonio química.
La vida es fascinante, sólo hay que mirarla a través de las gafas correctas.
Todos para uno y uno para todos.
¿Cómo es que, siendo tan inteligentes los niños, son tan estúpidos la mayor parte de los hombres? Debe ser el fruto de la educación.
El arte necesita soledad o miseria, o pasión. Es una flor de una roca, que requiere el viento áspero y el terreno duro.
El hombre nace sin dientes, sin cabello y sin ilusiones. Y muere lo mismo, sin dientes, sin cabellos y sin ilusiones.
Una madre perdona siempre; ha venido al mundo para esto.
Las opiniones son como los clavos: mientras más se golpea contra ellas,más penetran.
La comida es la parte material de la alimentación, pero el vino es la parte espiritual de nuestro alimento.
¡Aquel tiempo feliz en que éramos tan desgraciados!
El África comienza en los Pirineos.
El amor inspira las más grandes hazañas e impide realizarlas.
Creemos, sobretodo porque es más fácil creer que dudar, y además porque la fe es la hermana de la esperanza y de la caridad.
No estimes el dinero en más ni en menos de lo que vale, porque es un buen siervo y un mal amo.
El orgullo de quienes no pueden edificar es destruir.
Los seres queridos que perdemos no reposan bajo la tierra, sino que los llevamos en el corazón.
La sabiduría humana se encierra por entero en estas dos palabras: ¡Confiar y esperar!
El mundo es un salón del que es preciso salir cortés y honrosamente, es decir, saludando y pagando las deudas del juego.
Todo cabe en lo breve. Pequeño es el niño y encierra al hombre; estrecho es el cerebro y cobija el pensamiento; no es el ojo más que un punto y abarca leguas.
Es necesaria la desgracia para socavar ciertas minas misteriosas ocultas en la inteligencia humana; es precisa la presión para hacer estallar la pólvora.
Para todos los males, hay dos remedios: el tiempo y el silencio.
Cuando el diablo se mezcla en los asuntos humanos para arruinar una existencia o trastornar un Imperio, es muy extraño que no se halle inmediatamente a su alcance algún miserable al que no hay más que soplarle una palabra al oído para que se ponga seguidamente a la tarea.
El bien es lento porque va cuesta arriba. El mal es rápido porque va cuesta abajo.
La mujer es como una buena taza de café: la primera vez que se toma, no deja dormir.
Resulta bastante raro que, en un momento dado, se encuentre, bajo la mano de Dios, un gran hombre para ejecutar una gran acción, y por eso, cuando se produce por casualidad esta combinación providencial, la Historia registra en el mismo instante el nombre de ese hombre elegido, y lo recomienda a la posteridad.
Cuando el amor desenfrenado entra en el corazón, va royendo todos los demás sentimientos; vive a expensas del honor, de la fe y de la palabra dada.
No hace falta conocer el peligro para tener miedo; de hecho, los peligros desconocidos son los que inspiran más temor.
La felicidad hace buenos incluso a los malos.
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